miércoles, 6 de octubre de 2010

1991: Nadine Gordimer

La ganadora en 1990 del Premio Nobel fue Nadine Gordimer.

Es una novelista y escritora de cuentos sudafricana. Nació en Springs en 1923. 
Estudió en la Universidad de Witwatersrand. Publicó su primer cuento a los 15 años. Su primer libro importante de cuentos fue La dulce voz de las serpientes, le siguieron Seis pies de tierra, La huella del viernes (con el cual fue ganadora del premio literario W.H. Smith and Son)  y No para publicarlo. Estos libros narran incidencias de la vida cotidiana en Sudáfrica, generalmente desde el punto de vista de una persona de clase media, analizando las tensiones entre los distintos grupos raciales. 
Esta escritora presenta la situación de la gente de color con gran sensibilidad para expresar los sentimientos encontrados de la gente blanca liberal, forzada a vivir en un sistema que creen equivocado. Su novela El conservador, que describe cómo un hombre blanco explota a sus empleados negros para su lucro personal, la hizo acreedora al premio Booker y al Nobel de literatura en el año de 1992.
Más que nada es  valorada por su estilo apasionado y ameno. Su obra se basa en temas y sentimientos de frustración social y política en Sudáfrica, la cuál está cruelmente dividida racialmente y refleja su postura crítica a la censura política y al racismo.Nadine también es muy importante porque sus libros se han traducido a varios idiomas además de poseer el don de la genialidad, la cual refleja en sus escritos.
Es la primera mujer africana en recibir el Premio Nobel de literatura.

Obra más famosa

El Conservador:

Fue escrita cuando en Sudáfrica reinaba  el apartheid y nos cuenta la historia de un hombre  blanco, rico, autosatisfecho y dedicado a sus negocios, el cual decide comprarse una granja en el Transvaal a unos 40 kilómetros de Pretoria, la ciudad donde vive, el único motivo por el que compró la granja fue para poder decir que se ha comprado una granja, y que se retira en ella los días festivos para estar en contacto con el campo, supervisar las labores del campo y controlar el trabajo del negro Jacobus, su capataz, que por verdadero deseo de convertirse en granjero o por amor a la naturaleza.

Y mucho menos para emprender un nuevo negocio tan alejado de aquél al que se dedica en la ciudad que lo lleva a una vida de relaciones internacionales, reuniones, aviones y almuerzos de trabajo.
Durante toda la novela se va mostrando cómo ese hombre que vive en sociedad posee de un gran desconocimiento e incapacidad de saber cuál es su realidad, y su único  objetivo es protegerse así mismo. ¿De qué se protege? Precisamente de esta realidad que se le escapa pero que al mismo tiempo le asusta, no tiene conciencia de dicha realidad por más que este rodeado del inmenso submundo donde viven los habitantes negros de Sudáfrica, desposeídos de sus derechos, hacinados, perseguidos y hambrientos.

Pero a él no parece afectarle, y si en algún momento algo parecido a la conciencia de una injusticia asomara en el panorama de su entendimiento se atrincheraría una vez más tras esa barrera física y emocional que ha utilizado durante toda la vida y que consiste en justificar el dolor ajeno, sin sentir la necesidad de evitarlo, mediante el convencimiento de su superioridad racial y de clase. Y cuanto más presión recibiera de ese entorno sufriente tanto más se encerraría en el aislamiento y en la reclusión al margen de la realidad. Sin embargo nadie está seguro en su mundo cerrado y todo parece conmoverse el día en que aparece un cadáver en el confín de sus tierras.

Entrevista con Nadine Gordimer

 



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